Instante
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Una turbulencia balancea
las barcazas. La luz pinta el
aire
de amarillos y están cerradas
las viejas puertas. Nadie
en la pescara, ni las góndolas
lúgubres. En el puente de
Canaregio
ni las de lujo ni el vaporetto,
sólo pequeñas barcazas
han pasado la noche entre los
palos.
Allá al fondo, un hombre barre
la fondamenta de Ca laria. El
resto,
nada.
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Ahora que viene el tiempo de los pájaros
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Ahora que viene el tiempo de
los pájaros
y de los brotes en las ramas y
la blancura
del almendro,
ahora que salgo al aire por las
tardes
y riego plantas y veo cómo la
tierra bebe
el agua,
ahora que se agitan las
polleras
al murmullo de la brisa,
ahora que los niños conquistan
el baldío
y construyen refugios y saltan vallas,
ahora que en el barrio las
mujeres se sientan
a la sombra de los fresnos y toman mate
y hablan,
yo miro a cada instante hacia
el Oeste, hacia
tu casa.
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Lapataia/94
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Caen sobre el camino los
troncos
centenarios.Un zorro acecha.
Más allá los manchones
de las castoreras.
Somos nosotros los que vamos
bajo la lluvia, pero parece
que nadie fuera,
que nos hubiéramos hecho de
aire
entre las lengas.
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Pavese
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Entre mujeres solas hemos hablado de él
uno de estos días de marzo,
y de la tarde en que mi padre
lo vio
pasando la caserma. Dos perros
lo arrastraban y esa tristeza
que no ha vencido nadie. Il
diavolo
sulle coline acecha. Es el 45 y la guerra
cansa . Están en Piazza Cavour
o en Superga. En Torino, no en
Le Langhe.
Mi padre muerto parece que me
dice
al oído "he pasado
Stupinigi
hacia mi pueblo". El otro
se llama Cesare
y escribe en plenitud acerca de
esas cosas
pequeñas que nos suceden a
todos
y de volver y no encontrar ya
nada.
Mi padre es partisano, un
partisano
de Ghío, y ha cumplido
veintitrés. Antes
que cante el gallo me dará esas voces
que se oyen desde lejos, el eco
en la colina. Están cerca las tierras
fértiles, el cuerno de oro
devastado,
y la ciudad que es gris, no
tiene
cielo. Alguna vez dirá no
escribo más,
el lápiz cruzado sobre el
diario,
y acabará el oficio de vivir.
No habrá
qué hacer en la ciudad vacía
sino esperar
y esperarás que llegue. Por
esta calle
hasta el hotel mañana, vendrá
la muerte
y tendrá tus ojos.
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Del latin recordis
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El nos leía a Pascoli en la luz
de la mañana y hablaba de las
tardes
aquellas del otoño, los perros
oliendo
entre las setas, cuando iba con
su padre
a buscar trufas. Ella sabía de
memoria
la vida de él. El nombraba la
guerra,
los años escapando, el abrazo
de Paolo y Etiopía. Ella
escondía
bajo el plato las cartas que
llegaban,
y les sabía los nombres a los
primos
lejanos. A veces en las tardes
recientes del otoño, ella
recuerda
a Pascoli y a un pueblo que no
ha visto:
hay un niño con su padre y unos
perros,
y hay un hombre que se larga
por los techos,
y un amigo, y es otoño,
y es la guerra.
Para María Cleofé Boglio
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Autorretrato ante el caballete
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Esto es lo que queda
de un hombre que se muere:
un pincel y la mano agrietada
que sostiene el pardo, el rojo,
el amarillo... la mano que va,
que se desvela, desde el charco
de luz hacia la tela.
Lenta la pincelada oscura,
el hijo del molinero
tantea con ojos ciegos
la espesura
hasta dar con la luz.
Este rostro ya estaba
debajo de la tela, estaba y
carcomía
con su podredumbre el retrato
del joven
con gorguera. Bajo las arrugas
y los ojos
desteñidos están los ojos
arrogantes
de otro tiempo, pero ni el otro
ni éste
son grandes, a todos los ha
herido
esta luz: ya nada es menos,
hasta lo más miserable
tiene su destello.
No es la pieza oscura donde
pinta,
ni la pobreza que trajo la
desnuda forma.
ni la luz que cae sobre la
gorra,
ni el pelo desprolijo, ni la
barba,
tampoco el cuerpo vencido,
ni el olor rancio del encierro.
Son los ojos que no encuentran
a Saskia, a Hendrickje, al
bienamado Tito;
los ojos que se han vuelto
hacia un lugar de nada,
hacia el vacío.
Otros buscarán la nota pura,
la imagen que persiste, la
tersura,
como buscan sus ojos en la tela
(es la mirada lo que abruma,
lo que desvela)
También yo persigo una palabra
oscura en los retratos de
Saskia,
en la ternura de Hendrickje, en
la viva
luz de Tito, y el aire de
bondad,
la carnadura de un hombre
que se deshizo.
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